Cómo apoyar a un ser querido con cáncer
En las últimas décadas, las organizaciones y la comunidad médica han hecho un esfuerzo monumental por crear conciencia sobre el cáncer, sus factores de riesgo y la importancia del cuidado preventivo. Se ha logrado visibilizar la enfermedad, sus efectos, los avances en tratamiento y las pruebas de cernimiento. No obstante, pocas veces se habla del efecto del cáncer en los cuidadores y seres queridos de estos pacientes. En realidad, ante un diagnóstico de cáncer de alguien a quien amamos, ¿qué decimos? ¿cómo reaccionamos? Y más importante aún, ¿cómo podemos ser el apoyo que necesitan?
El diagnóstico de esta enfermedad siempre es un golpe duro para el paciente y para su entorno. La incertidumbre puede ser agobiante para todos los involucrados. A veces no sabemos qué decir, o a veces decimos demás lo que al final no ayuda y en ocasiones empeora.
Uno de los errores que muchas veces cometemos, con la mejor intención del mundo, es dar mensajes positivos de que todo va a estar bien a modo de ánimo. El problema con esto no es solo que no podemos prometer algo que no sabemos, sino que tampoco toma en cuenta el mar de emociones que está viviendo la persona que acaba de recibir el diagnóstico. En cierta manera le estás pidiendo que esté positivo, que encuentre motivación y en efecto que no sienta tristeza, que no se agobie o se estrese, cuando todos estos sentimientos son totalmente normales y aceptables ante esta enfermedad. Es preferible ofrecer apoyo en forma de oyente. Es decir, ofrécele un espacio seguro para que esa persona se exprese, se desahogue y déjale saber que está bien sentirse así y que estarás ahí para escucharlo y apoyarlo a través del proceso.
Otro error que a veces cometemos es hacer que el diagnóstico transforme por completo la relación que ya había con esa persona. Es decir, convertimos la enfermedad en el protagonista y todo lo que preguntamos o hablamos es sobre ésta. En cambio, lo mejor que podemos hacer es tratar de mantener la relación y la comunicación como era antes del diagnóstico. Esto da un sentido de normalidad al paciente que lo puede estabilizar emocionalmente, abriendo camino para sentimientos positivos que ayudan en su proceso de tratamiento. Parte de esto puede ser retomar actividades de entretenimiento como ir a restaurantes, al cine, etc. que ayudan a que el paciente se despeje mentalmente.
Aunque el diagnóstico es fuerte, y los tratamientos pueden ser debilitantes, a veces también cometemos el error de querer ayudarlo sin haber sido solicitada nuestra ayuda y muchas veces más de lo que realmente necesita. Es importante entender que, aunque lo hacemos con buenas intenciones, sin querer estamos haciendo que el paciente se sienta incapaz o inútil y por ende, resulta totalmente frustrante para él/ella. Otro tipo de comportamiento parecido es querer ayudar al paciente tomando decisiones sobre su tratamiento o del día a día para quitarle ese peso de encima. La realidad es que, si el paciente no lo pide, al hacer esto le estás quitando el poder y libertad de decisión a una persona que puede aún tener la capacidad para hacerlo.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Lo más importante es informarnos sobre el diagnóstico y el tratamiento que nuestro ser querido va a enfrentar. Esto va a ayudar a que entendamos las fases por las que pasará y poder estar pendiente a cada una de ellas.
Podemos también hacernos disponibles desde el comienzo para ayudar o acompañar al paciente en el proceso, pero sobre todo para escucharlos y apoyarlos cuando lo necesiten. Aunque en un comienzo puede que te digan que están bien y no necesitan nada, en la medida que el tratamiento progrese, pueden necesitarlo y no sentirse cómodos con pedirlo. Mantente en comunicación frecuente con ellos y de vez en cuando recuérdale que cuenta contigo para cualquier necesidad.
Déjale saber que no está solo. No hay que hacer un gran gesto ni invadir su espacio para dejarle saber. Una llamada o un mensaje de texto en el momento indicado puede ser medicina para su alma. Promueve salidas o encuentros sociales para que se despeje, esto será también remedio para su espíritu.
Por último, la ayuda profesional psicológica. Esto no solo es recomendable para un paciente, sino también para un cuidador. Muchas veces sentimos que tenemos que esconder nuestras emociones para no afectar al paciente, y aunque es un esfuerzo admirable, no es saludable suprimirlos ni negarlos. Permitirnos sentir y poder hablar sobre nuestras emociones, como cuidadores o seres queridos, nos ayudará a procesar y canalizar estos sentimientos y, en efecto, a poder ser mejor apoyo para nuestro ser querido.
El Centro de Cáncer del Hospital Auxilio Mutuo cuenta con servicios psicológicos para pacientes, cuidadores o familiares.