¿Alguna vez has escuchado a alguien decir “eres lo que comes”? Esa frase busca enfatizar la importancia de nutrir nuestro adecuadamente, limitando los alimentos altos en grasas saturadas o azúcar ya que estos pueden tener efectos adversos en nuestro bienestar; pero cuando nuestro cuerpo se enferma, ¿puede nuestra nutrición aportar a su recuperación? La contestación es que sí.
Tener un patrón de alimentación saludable que se acople a nuestras necesidades puede ser clave durante nuestro tratamiento y recuperación de distintas enfermedades. Para ello, se recomienda una evaluación con un/a nutricionista-dietista, profesional capacitado en proveer recomendaciones individualizadas del tratamiento médico-nutricional. En la evaluación se consideran muchos aspectos que incluyen, pero no se limitan a: condiciones de salud, historial médico, alergias, intolerancias, problemas de masticado/tragado, aspectos demográficos, entre otros.
La enfermedad del cáncer y sus tratamientos pueden ser debilitantes y provocar efectos secundarios que afectan la ingesta dietaria. Al alterarse la tolerancia a ciertos alimentos, lograr una nutrición adecuada muchas veces se convierte en un reto. Un nutricionista-dietista puede trabajar con usted de la mano para diseñar un plan personalizado que se ajuste a las necesidades particulares. Por ejemplo, optimizar el consumo de alimentos cuando el apetito ha disminuido, ayudar a manejar náuseas, vómitos, diarreas, mucositis (inflamación en la boca), entre otros de los efectos secundarios.
Dentro de todo plan nutricional, se incluyen diferentes nutrientes esenciales para el cuerpo; entre ellos, proteínas, grasas, hidratos de carbono, agua, vitaminas y minerales. A continuación, entramos un poco más en detalle con relación a la función de cada uno y la importancia de incluirlos en la dieta de un paciente de cáncer.
Proteína:
Este nutriente juega un papel importantísimo en la reparación de tejido corporal y en la salud de nuestro sistema inmune. Cuando nuestro cuerpo no tiene suficiente proteína, comienza a sacar la misma de los tejidos musculares. Esto puede provocar debilidad y afectar como la persona puede manejar el tratamiento. Un paciente de cáncer generalmente requiere una ingesta mayor de este nutriente para ayudar en la reparación de los tejidos afectados, en especial luego de una cirugía, quimioterapia o radioterapia. Se recomienda consumir carnes magras, pollo, pavo, pescado, huevo, nueces, habichuelas y alimentos de soya, entre otros.
Grasas:
Las grasas ayudan a almacenar energía y transportar algunas vitaminas y nutrientes a través de la sangre. No obstante, existen diferentes tipos de grasa: las monoinsaturadas, poliinsaturadas, saturadas y trans. Se recomienda un mayor consumo de grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas por sus propiedades antiinflamatorias. Entre las recomendadas puedes encontrar el aceite de oliva, canola, nuez, maíz, entre otros. El consumo de las grasas saturadas y las trans se deben limitar, ya que pueden elevar el colesterol del cuerpo y ponernos en riesgo de enfermedad cardiovascular, obesidad y múltiples otras condiciones.
Hidratos de carbono:
Este nutriente es la principal fuente de energía para el cuerpo. Al igual que las grasas, existen hidratos de carbono más recomendables que otros y esta diferencia se basa en la cantidad de fibra, vitaminas y minerales adicionales que pueda tener un alimento. Algunas de las fuentes más recomendables de hidratos de carbono son los productos integrales, frutas, viandas y granos. Las opciones refinadas (“blancas”) pierden parte del valor nutricional al ser procesadas (disminuye la fibra, vitaminas y minerales). Sin embargo, pueden ser recomendados en algunos casos. El consumir alimentos variados y en moderación es la clave.
Agua:
La hidratación es esencial para que nuestro cuerpo lleve a cabo todos sus procesos. Para ponerlo en perspectiva, el cuerpo puede sobrevivir sin alimentos algunas semanas, pero sin agua, solo 4 días. Este líquido se puede ingerir en su forma pura o a través de alimentos. En casos de los pacientes de cáncer cuyos tratamientos pueden causar efectos secundarios como pérdida de apetito, diarrea o vómitos, es importante estar consciente de los síntomas de la deshidratación y lo imperativo que es prevenirlo manteniéndose hidratado.
Vitaminas y minerales:
Una dieta balanceada usualmente significa que usted recibe las vitaminas y minerales que su cuerpo necesita para funcionar adecuadamente. No obstante, los efectos secundarios de un tratamiento de cáncer pueden dificultar tener una dieta completa. Es por esta razón que debe hablar con su médico sobre los efectos que experimenta, para que así le realicen unos laboratorios que puedan identificar si hay alguna deficiencia. IMPORTANTE, consulte siempre si un suplemento es beneficioso para su tratamiento. En ocasiones, las personas comienzan a tomar suplementos de más buscando fortalecer el sistema inmune y, como todo, el exceso puede ser perjudicial. Incluso, algunas vitaminas y minerales en grandes dosis pueden interferir con tratamientos de quimioterapia y radioterapia.
Todo ser humano es único y sus necesidades nutricionales también lo son. La forma en que nuestro cuerpo reacciona a una enfermedad y a su tratamiento varía, por lo cual tener un diálogo abierto y un equipo multidisciplinario que pueda diseñar un plan personalizado siempre será la mejor alternativa. Nuestro Centro de Cáncer evalúa cada caso particular para establecer un plan de acción. El Centro trabaja en colaboración con el Departamento de Nutrición que atiende pacientes con orden médica. Si usted es paciente de cáncer o de alguna condición crónica y quiere una evaluación nutricional, llame al 787-758-2000 ext. 3195 para una orientación y coordinar una cita.